Por E. Caballero Sanmartín

Cuentan que hace muchos años, precisamente en la India, un rey se encontraba terriblemente aburrido y sin entusiasmo para nada, ni para comer, ni beber. Le llevaron bufones y las más bellas bailarinas, ni con eso se reanimó. Los ministros de la corte estaban sumamente preocupados, si hubieran tenido los conocimientos que hoy se tienen lo hubieran diagnosticado una profunda depresión. Como sucede en algunos casos la solución la dio un sirviente, les propuso que fueran a ver al anciano sabio de la montaña para que ayudara al rey, al principio les pareció muy simplista la sugerencia, pero como ya lo habían revisado los mejores médicos del reino y no habían resuelto el problema, llamaron al sabio.

Cuando éste se presentó portaba un objeto jamás visto por ellos, pero al ver que no era un arma lo dejaron pasar con el monarca.

Buen día tenga su majestad, saludó el anciano después que el primer ministro lo presentó.

Excelencia, si permite le mostraré este juego de reyes y le enseñaré a jugarlo:

El rey quedó maravillado, aprendió muy pronto los movimientos de cada pieza y las reglas

del juego, recuperó la salud y le dijo: te agradezco mucho, no sé cómo pagarte, pídeme lo

que quieras ya deseaba morir y ahora quiero vivir para practicar este juego de inteligencia

que estoy seguro me ayudará a gobernar con sabiduría. Está bien majestad, contestó el

anciano, deme dos monedas de plata por la primera casilla del tablero, cuatro por la

segunda casilla, ocho por la tercera;  ─Ya entendí que en  cada casilla duplico la cantidad

anterior hasta completar la casilla sesenta y cuatro.  Me parece poco, pero si así lo quieres

que así sea. Mandó llamar al tesorero y le dio las instrucciones al respecto.

A los cinco días el tesorero se presentó ante el rey.  ─Majestad es imposible pagarle al

sabio lo que pidió. ─Pero si solamente son dos monedas de plata, duplicando la cantidad

por cada casilla anterior hasta completar la última casilla del tablero. ─Así es mi soberano,

pero son más de…

¡18 trillones de monedas! 

No tenemos esa cantidad en los tesoros del reino.

El rey mandó llamar al sabio y le informó la imposibilidad de satisfacer su petición. ─No se

preocupe majestad, en realidad quería comprobar que no es bueno tomar decisiones

cuando es uno presa de las emociones; solamente no le cobre durante un año tributos a

mi comunidad para que puedan crecer económicamente. Obviamente el rey aceptó y lo

invitó a formar parte del Gran Consejo de la Corte y aprovecharían su estancia en palacio

también para jugar ajedrez.

Supongamos que usted es el sabio de la leyenda y va a comprar una empresa en pesos

mexicanos. Así tendría que escribir la cantidad en el cheque o en la transferencia:

CANTIDAD DUPLICADA POR CADA CASILLA COMENZANDO CON  $2.00

Ω