EL VIEJO

REALMENTE UN ÁNGEL GUARDIÁN

El día que este viejo ya no sea el mismo, ten paciencia y comprensión.

 

Cuando derrame comida sobre mi ropa y olvide como atarme mis zapatos, recuerda las

 

horas que pase enseñándote a hacer las mismas cosas.

 

 

Si cuando conversas conmigo, repito y repito las mismas palabras que sabes de sobra

 

como terminan, no me interrumpas y escúchame. Cuando eras pequeño(a) para que te

 

durmieras tuve que contarte miles de veces el mismo cuento hasta que cerrabas los ojitos.

 

 

No me reproches porque no quiera bañarme; no me regañes por ello.

 

Recuerda los momentos que te perseguí, y los mil pretextos que te inventaba para hacerte

 

más agradable tu aseo. Acéptame y perdóname. Ya que parezco niño, pero soy mayor

 

con mucha sensibilidad.

 

 

 

Cuando me veas inútil e ignorante frente a todas las cosas tecnológicas que ya no podré

 

entender, te suplico que me des todo el tiempo que sea necesario Y NO ME LASTIMES

 

CON TU SONRISA BURLONA.

 

 

No olvides que yo fui quien te enseñó tantas cosas. Comer, vestirte y que cubrí los

 

gastos escolares para que enfrentaras la vida tan bien como lo haces ahora.

 

 

Cuando me fallen mis piernas por estar cansadas para andar, dame tu mano para

 

apoyarme como lo hice yo cuando comenzaste a caminar con tus débiles piernas.

 

 

Siempre quise lo mejor para ti y he preparado los caminos que has debido recorrer. Piensa

 

entonces que con el paso que me adelanto a dar, estaré construyendo para ti otra ruta en

 

otro tiempo, pero siempre contigo, "Como te ves me ví y tal vez como me ves te verás".

 

No te sientas triste o impotente por verme como me ves. Dame tu cariño y apóyame.

 

 

De la misma manera como te he acompañado en tu sendero, te ruego me acompañes a

 

terminar el mío. Dame amor y paciencia, que te devolveré bendiciones y sonrisas con el

 

inmenso amor que tengo por ti.